Diciembre es el mes de mi cumple

Me doy cuenta de que me hago mayor porque el otro día se me saltaron las lágrimas saboreando la comida de mi madre. En mi casa tenemos una tradición para comer determinados platos y el tercero me transportó a otra época junto a un par de lagrimillas que salieron sin pedir permiso.

Hablando de mi particular sensibilidad, recordamos cómo en Florencia fui incapaz de contemplar «El David» de Miguel Ángel hasta que no pasaron unos minutos y mis lentillas se secaron de lágrimas. Entonces, mi hermano, habló del Síndrome de Sthendal. No es algo que esté comprobado pero, si lo buscáis, habla de la sensibilidad de determinadas personas ante estímulos muy bellos. Y entonces me vienen más recuerdos, como cuando ví la «Persistencia de la Memoria» de Dalí con los pelos de punta y pensando que ójala me dejaran acercarme más de lo que me permitía aquella marca del suelo.

Me emociono. Sí. Pero no sólo con el arte y los sabores. Os vais a reir pero esta mañana estaba leyendo un caso de terapia y me emocionaba con las conclusiones…Y podéis pensar: «¡que exagerada!», pero así ha sido. ¿Serán los años?

Despues de pensar todo esto, me pregunto si esta forma de sentir es una debilidad o una fortaleza para mi trabajo. No tengo la respuesta porque en los libros que leo, no suelen aparecer este tipo de cuestiones.

Y es que si lo pienso, he oido historias tan duras, que me sorprende el no haberme derrumbado mientras las escuchaba.
Me imagino en una valoración, levantarme sacar un pañuelo y decir: » Ven, abrazame, vamos a llorar juntas».

Pero, hasta ahora, creo recordar que, a pesar de mi sensibilidad, nunca lo he hecho…¿por qué?

Quizá ser terapeuta ocupacional es ponerse una especie de disfraz que te hace ver las cosas de una forma diferente. Tienes delante a una persona a la que vas a poder ayudar de una u otra forma. Es posible que el poder hacer algo por esa persona me haga no derrumbarme con ella. ¿Y si en vez de historias tristes veo oportunidades?

Quien me conoce trabajando sabe que no soy de dejar mis emociones en la puerta. Las presento como algo más en la intervención. Pero me sorprendo de mí misma cuando soy capaz de regularlas y convertirlas en un «hacer algo por alguien».

De los regalos que he recibido (entre ellos, el libro de «Obra completa de Miguel Ángel», tenía que decirlo…y otros tantos que confirman mi amor por las papelerias), uno de los ellos es un manual para hacer listas.

Una de ellas dice:

¿De qué te sientes orgullosa?
Y he escrito:
1- De ser capaz de emocionarme
2- De tener un trabajo en el que puedo ayudar.

Otra de ellas dice:

¿Qué escribirías en un blog si tuvieras tiempo?
Y como tengo un blog y tiempo, aquí estoy contando esta historia.

Y si has llegado hasta aquí: gracias por leerme.

Ocupacreando.

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¡FELIZ NAVIDAD!

Algún día intentaré juntar mi historia junto con otras muchas, para gritarle al mundo que los terapeutas estamos aquí. Todos tenemos sueños que nos mueven.

Según el día que tenga, puedo soñar infinito. Esto, algunas veces, se convierte en mariposas generadoras de ilusión en mi estómago, aunque hay otras, en las que me siento como si me asomara a un mirador muy alto sin barandilla, donde tu cuerpo se inclina para mirar, pero tus piernas se aseguran de que no sea demasiado.

Hay días sin sueños y simplemente agradecezco las cosas simples que me rodean. Las cosas que no son «cosas». Porque cuando uno reflexiona profundo siempre acaba dándole importancia a esto.

Otros días se transforman en pesadillas. Todos sabemos que, en ocasiones, la vida para y nos deja en estaciones cuyo destino no hemos elegido. Intentamos luchar contra esta situación pero no se puede escapar.

Si juntaramos en un tarro los dias con sueños infinitos, los días sin sueños y las pesadillas, y lo agitaramos, cada uno tendríamos una mezcla diferente.

Creo que por eso podemos ver por calle a varios tipos de personas.
Estoy segura de que lo sabéis, pero las hay muy, pero que muy aburridas y con poca motivación para hacer lo que sea.
Otras, sin haberlo elegido, están encerradas en estaciones de tren sin saber cómo poder salir.
Y por último están las que parecen que llevan alas porque, sueñan tan alto, que dan ganas de cogerse a ellas como si fueran un globo.

Seamos lo que seamos (porque uno no elige la mayoría de las cosas que le suceden), tenemos que luchar porque de la mezcla de ese tarro resulte la mejor combinación posible.

Os cuento todo esto, porque si nunca lo habéis pensado, los sueños se encuentran en muchas palabras del lenguaje de los terapeutas: los propósitos, las actividades con sentido, los roles, las aficiones…

Todas estas palabras tan familiares para nosotros, esconden los sueños de muchas personas a las que tratamos.

¿Has pensado cuántos sueños se han cumplido gracias a un poquito de tí?

Por todo esto, os deseo un año cargado de muchos sueños personales.

Pero sobre todo, y os lo digo con el corazón, deseo que hagáis cumplir los sueños de muchas personas que van a necesitar de un terapeuta ocupacional para poder volver a volar.

Feliz Navidad a tod@s.

Ocupacreando.

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