Me doy cuenta de que me hago mayor porque el otro día se me saltaron las lágrimas saboreando la comida de mi madre. En mi casa tenemos una tradición para comer determinados platos y el tercero me transportó a otra época junto a un par de lagrimillas que salieron sin pedir permiso.
Hablando de mi particular sensibilidad, recordamos cómo en Florencia fui incapaz de contemplar «El David» de Miguel Ángel hasta que no pasaron unos minutos y mis lentillas se secaron de lágrimas. Entonces, mi hermano, habló del Síndrome de Sthendal. No es algo que esté comprobado pero, si lo buscáis, habla de la sensibilidad de determinadas personas ante estímulos muy bellos. Y entonces me vienen más recuerdos, como cuando ví la «Persistencia de la Memoria» de Dalí con los pelos de punta y pensando que ójala me dejaran acercarme más de lo que me permitía aquella marca del suelo.
Me emociono. Sí. Pero no sólo con el arte y los sabores. Os vais a reir pero esta mañana estaba leyendo un caso de terapia y me emocionaba con las conclusiones…Y podéis pensar: «¡que exagerada!», pero así ha sido. ¿Serán los años?
Despues de pensar todo esto, me pregunto si esta forma de sentir es una debilidad o una fortaleza para mi trabajo. No tengo la respuesta porque en los libros que leo, no suelen aparecer este tipo de cuestiones.
Y es que si lo pienso, he oido historias tan duras, que me sorprende el no haberme derrumbado mientras las escuchaba.
Me imagino en una valoración, levantarme sacar un pañuelo y decir: » Ven, abrazame, vamos a llorar juntas».
Pero, hasta ahora, creo recordar que, a pesar de mi sensibilidad, nunca lo he hecho…¿por qué?
Quizá ser terapeuta ocupacional es ponerse una especie de disfraz que te hace ver las cosas de una forma diferente. Tienes delante a una persona a la que vas a poder ayudar de una u otra forma. Es posible que el poder hacer algo por esa persona me haga no derrumbarme con ella. ¿Y si en vez de historias tristes veo oportunidades?
Quien me conoce trabajando sabe que no soy de dejar mis emociones en la puerta. Las presento como algo más en la intervención. Pero me sorprendo de mí misma cuando soy capaz de regularlas y convertirlas en un «hacer algo por alguien».
De los regalos que he recibido (entre ellos, el libro de «Obra completa de Miguel Ángel», tenía que decirlo…y otros tantos que confirman mi amor por las papelerias), uno de los ellos es un manual para hacer listas.
Una de ellas dice:
¿De qué te sientes orgullosa?
Y he escrito:
1- De ser capaz de emocionarme
2- De tener un trabajo en el que puedo ayudar.
Otra de ellas dice:
¿Qué escribirías en un blog si tuvieras tiempo?
Y como tengo un blog y tiempo, aquí estoy contando esta historia.
Y si has llegado hasta aquí: gracias por leerme.
Ocupacreando.