Reconozco que no es el mejor año para haber elegido una agenda de Mr.Wonderful, aunque lo que se lee en la portada coincide bastante con mi realidad: “Todo lo que añadiré a mi lista de retos cumplidos”. Ya puedo contar más de tres retos este año y sólo llevamos la mitad. Como decimos mis amigas y yo cuando nos juntamos: “miedo”. Solemos usar esta palabra para describir que en las próximas horas pueden pasar cosas de todo tipo, normalmente son cosas geniales, pero en el pack del miedo incluimos algunas trepidantes y locas aventuras que se convierten en grandes historias para el recuerdo. Y así está el mundo este año que no sabemos por dónde nos va a llevar…
Si me sumerjo en la locura de estos meses, os puedo contar que mi relación con los vecinos terminó con una celebración en el patio, cumpliendo con todas las normas de seguridad y que, el día que me llamaron del primer contrato en pandemia, fue una vecina la que me consiguió el número de una persona desconocida (que en dos meses se convirtió en lo contrario) que me dijo: “Aquí vas a estar muy bien”, y yo hice caso a aquella voz y tomé la decisión sin pensarlo mucho y ahora puedo decir que no me equivoqué.
Esta semana he estado pensado en las decisiones como si fueran flechas en diferentes sentidos. Parece ser que no hay decisiones buenas o malas, porque todas son, simplemente, decisiones. Como el día que tuve que decidir entre un plan u otro de fin de semana y alguien me dijo, mientras salíamos a andar, que hay cosas que no se repiten y esas son las que hay que elegir. Y llevaba razón.
Me encantaría ver una serie que me muestre qué pasa si tomas otra decisión. Como aquel capítulo de Black Mirror, que me recordó a los libros que leía en la biblioteca del colegio de: “Elige tu propia aventura”, en los que podías elegir qué pasaba con el personaje. Aunque mis opciones serían algo así:
Opción 1: coge el contrato, hace la maleta (en tres horas y media) y a por todas.
Opción 2: rechaza el contrato, pero no os preocupéis, cogerá el siguiente.
Opción 3: se va una isla desierta y se dedica a bucear y tomar el sol todo el día.
Opción 4: tira el teléfono por la ventana con un: “hasta luego Maricarmen” (va a ser que también soy una pureta)
Y cada opción una flecha, y cada flecha una historia diferente a la otra, pero ni mejor, ni peor, diferente. Que eso es algo que me ha quedado claro.
Os cuento también que en este tiempo he repetido más de cuatro veces la frase: “El mundo es un pañuelo” (porque es verdad: es un pañuelo). Alguien me ha contado que existen las rosas de color azul. He compartido despacho con otro terapeuta que un día me dijo que las personas somos un todo perfecto, pero con partes imperfectas y aquello me hizo pensar bastante. Por fin, he visto a mi familia. He compartido mesa, coche, palabras y tiempo con muchas personas que no conocía y he trabajado junto a un equipo que consiguió hacerme pensar que volver a casa no sería tan bueno como estar allí. Y conseguir eso…no es nada fácil. He comido a “plato puesto”, qué tiempos aquellos…cuando la comida estaba hecha al llegar a casa y preguntabas: ¿qué hay de comer?. He visto como una mujer llegó a terapia sin poder hacer nada y acabó las sesiones haciendo casi de todo. He comprobado que la Rehabilitación y la Salud mental, aunque parezcan especialidades diferentes en terapia ocupacional, van de la mano más de lo que creemos. He visto el atardecer en el mar. He aprendido que si alguien deposita en ti su confianza, cura mucho mejor. Y, me cuesta decirlo…pero creo que echaré de menos hacer férulas. Pues eso. Muchas cosas en poco tiempo y, como siempre, intenso. ¿Cómo no?
Hasta que volvió a sonar el teléfono con otro número largo, otra vez el corazón a mil y otra flecha que empezaba a dibujarse en mi destino.
No sé cuántas llevo ya, pero bueno todo el mundo me dice que ya tendré tiempo de aburrirme.
Ocupacreando.