Establecer una relación terapéutica saludable no es nada fácil. No hay un manual que nos diga los pasos a seguir según el tipo de persona. Porque entonces tendrían que existir tantos manuales como personas. Y eso es imposible. Tampoco es posible que conectes igual con todo el mundo. Porque, aunque lo intentes, en ocasiones, no funciona.
Hay cosas que no dependen de ti. Pero hablemos de las que sí depende de ti.
De ti depende creer en la persona que tienes delante. Hay una alta probabilidad de que esta persona no crea en ella misma. Una persona que viene de un trozo de mundo que desconoces. Un trozo en el que, posiblemente, sin quererlo, haya estado rodeada de situaciones difíciles. Y sobre todo, una persona que no tiene por qué contarte su historia, pero no duda en hacerlo.
Creer en alguien no es difícil.
Puedes motivar desde la construcción, desde la esperanza y desde la compasión.
Puedes mirar con ojos de admiración cuando aparece un logro.
Puedes aprender a ver los pasos pequeños como grandes pasos.
Puedes dejar de ver lo negativo del conjunto y centrarte en lo positivo de algunas unidades.
Envolver a alguien en un entorno de logro, de competencia, de refuerzo y de ilusión es algo que debería ser obligatorio para toda persona que trabaje con personas.
Sólo de esta forma conseguiremos el verdadero cambio.
El cambio que nace de uno mismo.