Con dos ovarios me dí cuenta de que hace años era machista.
Con dos ovarios detecté que determinadas cosas que hacía no eran bien vistas en mi entorno social sólo por ser mujer.
Con dos ovarios descubrí que por temor a las críticas, me había dedicado más a ser lo que querían que fuera que a ser lo que quería ser.
Con dos ovarios tuve miedo.
Con dos ovarios sufrí por callar cosas que tenía que haber dicho el día anterior.
Con dos ovarios me propuse mi propio cambio.
Con dos ovarios colgué mi traje de princesa.
Con dos ovarios aprendí a querer a mi pareja sin olvidarme de mí.
Con dos ovarios saqué a delante mis planes futuros siempre dirigidos a no depender de nadie.
Con dos ovarios fui capaz de demostrarme y entender que somos víctimas y no culpables.
Con dos ovarios conseguí rodearme de una red de personas que analizaban conmigo todas las cosas que hacemos mal y todas las cosas que nos quedan por cambiar.
Con dos ovarios, entendí mi pasado y cómo este ha influido en lo que soy ahora.
Con dos ovarios me informo y leo para poder debatir, pero sólo con quién merece la pena.
Con dos ovarios, voto, cobro mi nómina, tengo lo que necesito sin ayuda de nadie, creo vida, amo, viajo y salgo de fiesta sin dar explicaciones.
Con dos ovarios soy más consciente que nunca de cómo la estructura patriarcal influye en mí, en mis roles y en mis creencias.
Con dos ovarios, he aceptado que esta lucha empezó hace muchos años pero que no ha finalizado en absoluto.
Con dos ovarios tengo presente que, aunque hoy todo se tiña de morado en las redes, muchas personas en sus entornos y grupos de confianza siguen hablando de la banalización de este día.
Con dos ovarios, seguiré reflexionando, tomando conciencia, deconstruyendo, desaprendiendo y luchando hasta el cambio.
Con dos ovarios seré quién yo quiera ser,
sin olvidar nunca a las que, por desgracia, no pudieron serlo.
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