Resulta que hoy mi peque que no es nada echador de siestas se ha quedado dormido, así que voy a continuar este post interminable y fracturado porque ya hace casi un mes de que subiera el primer trozo y si no cierro las cosas las dejo pendientes en mi lista y, aunque eso me lo estoy trabajando, tampoco va a cambiar una de un dia a otro porque seria muy triste despedirse de todo lo que nos deberiamos revisar de un plumazo.
Bueno, que aquí estoy, again. Resulta que en una semana va a hacer un mes de lo que ha sido mi gran salto y aún no entiendo muy bien muchas cosas pero siento que estoy en mi salsa y creo que esta expresión es un buen colchón para empezar una etapa nueva.
En tiempo no he ganado mucho, lo reconozco.
En sed de aprender si.
He hecho match con mi nuevo modelo de trabajo porque, sin saberlo, ya nos conocíamos de antes y, a la vez, me he sumergido en un mar de crianzas, familias, rutinas y entorno acompañada (que esa palabra es muy top) por mi equipo transdisciplinar, algo que suena demasiado bien para mí mente.
Cuando salté de un barco a otro pensé que qué pena dejar los salvavidas que me había construido, pero me he dado cuenta de que esos van con una siempre.
Saltar hacia la dirección de los retos da mucho miedo y genera muchas dudas, pero qué emocionante se siente si eres de perfil intenso.
Tengo la sensación de que ahora no puedo mirar desde arriba y no sólo porque el suelo es primordial, va más en la línea de que aquí no existen expert@s.
Me he teñido de colores por fuera y he de decir que lo del suelo ha contribuido a mi cambio de armario porque lo de la americana no pegaba mucho y cada vez soy más consciente de la importancia de la coherencia en la vida…
Y a eso me voy acercando, que mi MC me dijo un día que me habían salido alas y yo le hice caso porque un día, hace mucho tiempo, también me dijo que iba a estar donde estoy y, fíjate tú, por aquí andamos.